Tengo la oportunidad de dar mentorías a emprendedores, al ser parte de The Founders Institute en Monterrey, en donde básicamente damos consejos a emprendedores que prácticamente están iniciando sus proyectos. Yo les ofrezco coaching y guía en los temas de marketing y estrategia de marca.

Esta labor me encanta, pues tengo la oportunidad de estar en contacto con gente muy joven, y también a algunos que están en etapas más avanzadas de su vida, emprendiendo con entusiasmo. Es una actividad en donde te puedes dar cuenta de lo que hoy “está caliente”, de lo que está en tendencia, pues la mayoría de los proyectos están anclados en nuevas tecnologías. Además, me alimenta de optimismo y positivismo, pues este tipo de personas en vez de quejarse, se ponen las pilas para trabajar en lo que no hay, para que sí haya; son grandes creadores, con energía vital y con la mentalidad del: ¡Sí se puede!

Entrando en el tema, admiro a estos emprendedores y su capacidad de ser multitaskers, ¿a qué me refiero con esto? Son personas que tienen que estar en todo, pues están iniciando.

Tienen que estar trabajando en su MVP (Minimum Viable Product) o prototipos, en estar sumando talentos, en el fondeo, armando su modelo de negocio. Tal vez es por ello que le dedican poco o nada a su marca.

Y la marca, como he repetido mucho, no es el nombre, no es el logo, no es el diseño, ni la publicidad; esos son componentes de la marca, a los cuales sí le dedican tiempo. Anteriormente la publicidad era muy costosa, pero hoy hacen publicaciones, las suben a redes y ya hacen comunicación para su marca. Es decir, brincan rápido a la ejecución, sin pensar en la estrategia de marca. Si entendemos que la marca es el sentimiento o la idea que se va a formar en la cabeza y en el corazón de su mercado ante la propuesta de valor que se hace, es sin duda un trabajo estratégico al cual se le debe de dedicar tiempo antes de pasar a la ejecución de la comunicación.

Los emprendedores pasan muy rápido de identificar una necesidad a la solución, y en ello pecan del “Síndrome de la mamá”.  El de aquella mamá que cree que su hijo es lo máximo: saluda, toca bien el piano, es deportista, inteligente, come bien. ¡Eso no es cierto!, no somos todos tan lindos. Los productos de los emprendedores no son “la última Coca del desierto”, seguramente es algo muy padre y bueno, pero tienen que trabajar a profundidad para definir ¿qué es lo que hace súper especial a su producto o servicio?

En todos los casos, tuve la oportunidad de hablarles sobre la importancia de pensar en el drama humano que resuelve su producto o servicio. Platicaba con un emprendedor que tiene una solución para las personas que no tienen coche y hablábamos de personas que

que tienen que transportarse una hora o más para llegar a su trabajo, despertarse temprano, dejar el lunch listo para sus hijos, desayunar y después, moverse en el transporte público deficiente de la CDMX, además de enfrentar la inseguridad y todo lo que conlleva. La pregunta clave es, ¿cuál es el drama detrás de esa persona?, ¿cómo cambiarías su calidad de vida? La solución que tienen estos emprendedores es muy buena, pero no la estaban presentando desde un punto de vista profundamente humano, sino puramente funcional. Y, ¿qué pasa cuando esto no se plantea así y sólo se habla de la solución? Simplemente, el mensaje no engancha. Hay que reflejar el drama humano en la propuesta de valor de la marca.

Otro ejemplo: ¿cuál sería el drama de una pareja que tiene hijos chicos y ya no caben en el departamento donde viven, y tienen el interés de comprar una casa?, ¿cuál es el drama que viven? Pues el miedo a equivocarse en esa decisión, la responsabilidad de echarse una hipoteca encima. Por ende, la innovadora solución de financiamiento de un emprendedor no se debe plantear solamente en términos funcionales, sino que debe incluir la solución emocional ante el drama que se vive cuando se busca una necesidad de financiamiento.

Mi recomendación a los emprendedores: busquen replantear la solución de sus productos o servicios, resolviendo un drama humano, profundo, duro, sufrido. Es un ejercicio de entendimiento y empatía profunda, y cuando “le pegas”, la promesa es más grande y poderosa que su funcionalidad.

Grandes marcas han entendido esto: Coca Cola no vende una bebida para hidratarte y refrescarte, vende felicidad. Nike no nos vende la calidad y durabilidad de su ropa o tenis deportivos, lo que nos vende es la solución a la necesidad que tenemos todos de saber que podemos lograr algo con nuestro cuerpo, no importa si somos gordos, flacos, altos o chaparros; por eso su slogan es “Just Do It”.

Si logran encontrar el drama que vive su target alrededor de los problemas que van a resolver con su producto o servicio, tienes el gancho para se interesen en lo que su marca les va a proponer. Dedíquenle tiempo a entender la parte humana, así tendrán la oportunidad de comunicar de una manera muy poderosa, la propuesta de valor de su marca.

Participar en estos procesos de mentoría ha sido ilustrador para mí, pues he aprendido y re-aprendido lo que siempre he sabido: que el éxito de una marca reside en la contundencia de su propuesta de valor y su capacidad de conectar con algo humano, lo demás son “assumptions”, modelos de negocio, propuestas de escalamiento, análisis de viabilidad, retornos financieros que, sin duda, son requisitos para avanzar las etapas del emprendimiento, pero de ninguna manera garantizan la relevancia y el éxito de la idea detrás de la misión.

Así que, a quienes he mentoreado quiero agradecerles, pues más bien yo he sido el receptor de algo valiosísimo: hoy más que nunca, estoy convencido que ayudarles a los dueños de las marcas a encontrar esa relevancia y contundencia, es una misión de vida a la que me quiero seguir comprometiendo todos los días.